Tras el descubrimiento de América fueron los pobladores europeos los que la introducirían en el Nuevo Mundo, extendiendo su cultivo por todo el continente.
Las características de sus raíces se adaptan perfectamente a los climas tropicales o cálidos ya que profundizan muy poco en la tierra y se extienden a lo largo del suelo en una amplia superficie, permitiéndoles absorber con rapidez el agua de lluvia o el simple rocío de la mañana.
Las particularidades de la sandía hicieron que fuera una fuente de agua para los habitantes y animales de estas regiones.
Las sandías silvestres poseen un tamaño inferior a las cultivadas y su sabor es muy amargo por lo que no resultaba un alimento demasiado agradable. El ser humano ha ido eliminando el amargor mediante el cultivo y la selección de especies dulcificadas.
Durante el siglo X se introdujo en China, causando gran efecto y popularidad como alimento, incluso en la actualidad en los actos sociales de importancia es habitual regalar sandías como presente.
Los principales productores de sandía en el mundo siguen siendo algunos de los primeros países que la cultivaron en Europa como España, Italia o Grecia, así como China, Japón y Turquía.
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