La Meteorología Agrícola se define como la acción mutua que se ejerce entre los actores meteorológicos e hidrológicos, por una parte, y la agricultura en su más amplio sentido, incluida la horticultura, la ganadería y la silvicultura, por otra. Su objeto es detectar y definir dichos efectos para después aplicar los conocimientos que se tienen de la atmósfera a los aspectos prácticos de la agricultura.
Su
campo de interés se extiende desde la capa del suelo, donde se
encuentran las más profundas raíces de las plantas y árboles, pasando
por la capa de aire próxima al suelo en la que los cultivos, animales y
árboles viven, hasta alcanzar los más elevados niveles de la atmósfera
que interesan a la aerobiología, siendo esta última capa de gran interés
para el transporte de semillas, polen e insectos.
Además
del clima natural y sus variaciones locales, la meteorología agrícola
trata de las modificaciones del medio ambiente (como las producidas por
los rompevientos, barreras de protección, riego y medidas contra las
heladas), de las condiciones climáticas durante el almacenamiento, tanto
en el interior como sobre el terreno, de las condiciones ambientales en
los alojamientos del ganado y en los edificios agrícolas y por último
en el interior de los vehículos durante el transporte de los productos
agrícolas.
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